Desde la relajación, teniendo presente siempre la respiración, ayudamos al paciente a relajar el cuerpo, poniendo y presionando con las manos puntos de los pies, piernas, abdomen, plexo, pecho, hombros, brazos, manos, cara y cabeza, todos ellos puntos energéticos, y en los órganos internos que son los que reciben las emociones, a fin de desbloquear como si deshiciéramos los nudos de una manguera donde el agua cuesta que circule.

Si conviene, con una una relajación guiada ayudamos a deshacer estos nudos, y haciendo que el paciente no tenga que utilizar el consciente para pensar, sino que simplemente siga lo que se le va diciendo, con la intención de utilizar sólo el subconsciente, y mediante la imagen, al igual que hacen los niños pequeños, que aprenden grabando imágenes, el paciente ayuda desde su interior, multiplicando así el efecto de las manos.

En este proceso no es sólo el terapeuta quien hace el trabajo, sino que también interviene el paciente.